Palacio del RourePalacio del Roure
©Palacio del Roure|Valentine Malara

Visitar el... Palacio de Roure

Si para el héroe de Marcel Pagnol, Jean de Florette, toda la Provenza antigua se esconde en las colinas, en Aviñón se alberga indiscutiblemente en el majestuoso Palacio del Roure.

ValentínValentín
©Valentín
Valentín

Aviñonesa de nacimiento y muy vinculada a mi ciudad, trabajo en la Oficina de Turismo desde hace quince años. Me apasionan la cultura y la gastronomía, y me encanta compartir mis consejos, favoritos y descubrimientos con usted.

Tras las imponentes puertas de una encantadora placita, podrá realizar un auténtico viaje en el tiempo, la época de Pagnol, Frédéric Mistral y el folclore que hace de la Provenza una región perfumada que habla a todo el mundo.

Mira hacia arriba

Al llegar al patio, cubierto de calades, levante la vista para contemplar este palacio que Jeanne de Flandresy, antigua dueña de la casa, imaginó como una Villa Médicis francesa. Una apuesta acertada, aunque sea en miniatura…

Visitar el Palacio del Roure es como aceptar una invitación a entrar en la intimidad de una familia, una familia que creíamos que sólo existía en las novelas de nuestra juventud. Se topará con el tocador de Jeanne con la sensación de que acaba de salir de él, o con el dormitorio de Folco de Baroncelli, el propietario anterior a ella. Su cama sigue allí y la habitación casi recuerda a un plató de cine. La familia Baroncelli, propietaria de la casa durante 5 siglos, debe de haber dejado su huella en las paredes.

No se lo pierda.

La visita guiada

Aunque la visita autoguiada ofrece una magnífica panorámica de los tesoros que se ofrecen, no se pierda la visita guiada, disponible previa concertación.

El conserje le guiará a través de las plantas con puertas cerradas para que descubra un raro privilegio. Con su acento cadencioso, compartirá con usted su pasión mientras pasea por el edificio, salpicado de abundantes anécdotas.

Tesoros ocultos

Objetos únicos decoran las habitaciones con baldosas rojas cargadas de historia.

Verá la rotativa original de Aïoli, el periódico en lengua provenzal fundado en 1891 por Frédéric Mistral, cuyas oficinas se encontraban en el Palais du Roure.

Al atravesar un pasillo con suelos de madera que crujen, se encontrará cara a cara con el patache que recorría la línea Maillane/Graveson. En él viajaban regularmente Alphonse Daudet y Frédéric Mistral… Objeto de deseo de un director de cine que pretendía quemarlo al final de su película, fue salvado por Jeanne de Flandresy, que se apresuró a recomprarlo. Ahora se encuentra en su nuevo hogar, para deleite de los visitantes.

Esta segunda planta alberga también un ala con un ambiente único.

Tres salas, cada una con su firma, la sala de los lienzos pintados, los trajes y los santones, son ideales para soñar despierto. Casi dan ganas de quedarse encerrado.

La sala de los santones contiene una colección excepcional de estos pequeños santos provenzales. Los belenes bajo claveles evocan el fervor de ciertas familias antiguas del sur de Italia que, cuando viajaban para las fiestas de Navidad, querían poder llevarlos consigo. El Palacio del Roure mantiene la tradición, ofreciendo cada diciembre un magnífico belén y la tradicional mesa de los 13 postres.

El Palacio está repleto de otras maravillas que conforman el alma de la Provenza. Sería una pena perdérselo.

Un último consejo: al salir, mantén los oídos atentos al sonido de una de las 175 campanas de la colección de Jeanne de Flandresy… ¿la Mistral? Probablemente…