Orfeo canta y el mundo se pone a tono. Su voz amansa a las fieras, encanta a los dioses y suspende el curso del destino. Su canto es un vínculo entre la tierra y las estrellas, entre el hombre y la naturaleza; consuela el dolor y cultiva la alegría, hechiza a los dioses y resucita a los muertos.
Del Edén al Inframundo, este mito de amor y pérdida sigue hablándonos. Evoca la frágil belleza del instante, la insensata esperanza de aferrarse a lo que huye, el poder del canto frente al silencio. Aquí, la música no sólo cuenta una fábula: da forma al mundo y reescribe la historia.
Bajo la dirección de Pauline Bayle, este fresco original adquiere tintes refinados, solemnes y simbolistas. Nada innecesario, todo esencial. El escenario se convierte en una tierra de luces y sombras, un lugar de metamorfosis donde la voz, a veces acariciando y a veces gritando, se despliega en todo su esplendor. Un ritual intenso, una celebración del canto humano y del misterio que encierra.
Cantado en italiano, con sobretítulos en francés.
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