En la Collection Lambert, el artista alemán Constantin Nitsche presenta su primera gran exposición individual en una institución pública.
En las salas del sótano del Hôtel de Montfaucon, expone una veintena de obras creadas especialmente en su taller marsellés.
Los cuadros de Constantin Nitsche son construcciones sensibles en las que personajes y escenarios de su vida cotidiana se mezclan con objetos y situaciones ficticios, y con referencias extraídas de la historia del arte moderno y clásico o del cine.
Cada una de estas escenificaciones es el resultado de un hábil juego de equilibrios a través del cual el artista recrea continuamente su relación con la pintura y el mundo.
Como él, los temas que pinta sólo existen en la brecha, en busca del lugar que les corresponde, afectados por los lugares que habitan.
Animales, naturalezas muertas y seres humanos -su mujer, sus hijos, Joseph, un amigo artista- parecen suspendidos en el espacio y el tiempo, etéreos, con una mirada inescrutable.
En salas con techos luminosos que recuerdan la Odisea del Espacio 2001 de Stanley Kubrick, las obras se suceden como otras tantas epifanías de la memoria del artista, embarcadas en una coreografía cuyos movimientos podrían ser el Vals de las Flores de Chaikovski.
Los cuadros de Constantin Nitsche son construcciones sensibles en las que personajes y escenarios de su vida cotidiana se mezclan con objetos y situaciones ficticios, y con referencias extraídas de la historia del arte moderno y clásico o del cine.
Cada una de estas escenificaciones es el resultado de un hábil juego de equilibrios a través del cual el artista recrea continuamente su relación con la pintura y el mundo.
Como él, los temas que pinta sólo existen en la brecha, en busca del lugar que les corresponde, afectados por los lugares que habitan.
Animales, naturalezas muertas y seres humanos -su mujer, sus hijos, Joseph, un amigo artista- parecen suspendidos en el espacio y el tiempo, etéreos, con una mirada inescrutable.
En salas con techos luminosos que recuerdan la Odisea del Espacio 2001 de Stanley Kubrick, las obras se suceden como otras tantas epifanías de la memoria del artista, embarcadas en una coreografía cuyos movimientos podrían ser el Vals de las Flores de Chaikovski.

