Rusalka - Antonín Dvořák

La sirena es una extraña metáfora para simbolizar la terrible amenaza que siempre se ha asociado a la feminidad y a su irresistible poder de seducción, capaz de llevar a los hombres a su perdición... En la mitología europea, desde La Sirenita de Andersen hasta Rusalka de Dvořák, existe una condición simple: una criatura así sólo será digna de amor si pierde su arma más formidable: su voz. Lo que se desprende de esta historia es el terrible mandato que se ejerce sobre el cuerpo y el ser social de las mujeres, desde muy joven. ¿Sigue siendo de actualidad? Ésta es la pregunta que plantea la puesta en escena de Jean-Philippe Clarac y Olivier Deloeuil, que traslada la tragedia de la joven ondina a una piscina más contemporánea, la de los Juegos Olímpicos. Pero lejos de restarle lo onírico o lo imaginario al cuento fantástico de Dvořák, reinventan un universo entre realismo y simbolismo, dándole magia a las imágenes más familiares, manteniendo toda la ambigüedad de esta fábula imperecedera y evocadora. Una impactante experiencia teatral y visual que demuestra que las enseñanzas de los cuentos de hadas siguen siendo pertinentes, y nos anima a reevaluar —a la luz de esta nueva sensibilidad— la vigencia de los tópicos y mitos fundacionales en todos los aspectos de nuestra vida cotidiana.

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